La violencia no es solo cosa de barras
Desde que el futbol mundial se privatizó a fines de los años
80, y la televisión entró de lleno en la cancha, el juego ha sufrido
modificaciones.
El sistema financiero avanzó en la apertura de nuevos
mercados luego de la caída del muro de Berlín y el fútbol fue elegido por
todos. No sólo es el deporte más popular del planeta, sino que su belleza
genera para los especuladores financieros un target infinito.
Muchos comunicadores, periodistas o programas de empresas
cuyos intereses están en el medio, nos han dicho que la violencia en el futbol es
generada por barrabravas y dirigentes dejando a la política como el único cómplice
que hace posible esto.
Los hechos muestran conexiones
entre algún dirigente, político o gremial, con jefes de barras. Algunas han
sido muy pesadas, con causas judiciales en medio, lavado de dinero, asesinatos.
Muy pocas veces esas historias nos
cuentan qué rol jugaron los empresarios o el poder financiero. No nos cuestionamos sobre quién es el más
influyente generador de violencia en esta coctelera de hechos.
Es hora de enfrentar
a los violentos del futbol.
Celebramos a Cantero oponiéndose a un grupo de violentos que
han cometido delitos bajo la impunidad y la complicidad de distintos actores. No sólo los políticos, sino también la
policía y los empresarios del futbol. Pero no creemos que esos grupos
violentos sean los únicos que le hacen mal al futbol.
Nunca nos pusimos a preguntar qué rol tienen ahí los
intermediarios o representantes de jugadores. Cuanta plata han ganado a costa
de un pibe que juega bien a la pelota, o de un club cuya historia toca el
corazón de muchos.
En este fútbol, está
bien que ganen plata las empresas de gaseosas, de cervezas, de automóviles, los
bancos o empresas de seguridad. Pero es una locura que un trapito te cobre estacionamiento.
Esos periodistas libres
nos cuentan que es ilegal.
¿Acaso las empresas
de gaseosa tienen la rentabilidad que tienen sin explotar gente, sin lavar
plata, sin monopolizar el mercado? ¿Eso
es legal?
Eso no importa. Pocos lo cuentan porque muchos comunicadores
se benefician.
¿O será que son patrocinadores de nuestros programas, de
nuestras camisetas, de nuestros pases de jugadores, de nuestras copas?
¿Son las barras o esas empresas las que arman los
calendarios de torneos y pases de jugadores en sintonía con el mercado europeo?
Porque, si realmente en este mercado vale todo, también vale
que te cobren el estacionamiento.
Violencia no es solamente el pibe q te rompe el espejo del auto sino le
diste 40 pesos. Violencia es ganar millones de dólares a costa de 22 pibes que
juegan un juego hermoso y a costa de millones que nos llena el alma.
Miles de bancos a lo largo del planeta son los sponsors de nuestros
clubes, están estampados en nuestros colores. Bancos que generan pobreza, que
dejan gente en la calle. Entidades que
lavan plata a empresas fantasmas que contratan jugadores como esclavos. Jugadores
que juegan en clubes fantasmas de Uruguay o Suiza y que son rehenes del lavado
de dinero.
¿Eso no es violencia?
Llego la hora de discutir a los verdaderos culpables. Como dijo una vez Fito Paez: ¨le tengo más
miedo a Macri que a Di Zeo¨, es hora de empezar a mostrar el verdadero poder que estas empresas
multimillonarias tienen sobre nuestro juego. Porque la violencia de arriba es
la que genera la de abajo.
Es hora de parar la
violencia en el fútbol. Pero no creamos que solo se soluciona poniendo
barras en cana o dirigentes que se robaron plata. Sino cuando
las empresas fantasmas que se llevan a nuestros jugadores dejen de robar plata,
cuando la Copa Libertadores no se llame como una camioneta o cuando embarguen
bancos por estafar clubes con tasas rentables sólo para esos bancos.
Si vamos a discutir, discutamos todo. Sino siempre gana el
más poderoso. Y si el futbol es hermoso, nada tienen que ver los que nos
estafan haciendo millones sin haber pisado una cancha. Es hermoso por el poder que
tienen esos pibes que, a pesar de todo, salen y nunca dejan de jugar a la
pelota.
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